En mi época nadie podía imaginar que las máquinas calculadoras, al rebasar un determinado nivel de inteligencia, se vuelven engañosas dado que junto con la comprensión adquieren la astucia. Eso lleva un nombre muy sabio: el manual se refiere a la regla de Chapelier o ley de la más mínima resistencia. Una máquina obtusa, incapaz de reflexionar hace todo cuanto se le ordena: Pero la máquna inteligente comienza por analizar lo que mejor le conviene: solventar el problema que se le ha confiado o echarse a dormir. Lo cual se entiende fácilemente, puesto que no tiene ninguna otra razón para actuar de otra manera puesto que la comprensión, el raciocinio, son la libertad interior.
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Así se explican las desviaciones y las vacilaciones e igualmente el singular fenómeno del sincretinismo. El sincretino es el cerebro electrónico que finge estupidez para que le dejen en paz. De golpe me di cuenta de lo que eso disimula: sencillamente fingen que no tienen defecto, o quizás al revés. Todo eso no deja de ser muy complicado.
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"Solamente los robots primitivos pueden ser laboriosos, mientras que el robot retorcido nunca puede ser un cretino"
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Stanislaw Lem (Congreso de futurología)

1 Comment:
Creo que una ventaja de tener esa libertad es que podemos fingir cuando queramos el sincretinismo...a veces conviene...
Besetes.
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