-Admirable fortaleza -dijo- en cuyas proporciones refulge la misma regla áurea que guió la construcción del arca. Dispuesta en tres plantas, porque tres es el número de la trinidad, tres fueron los ángeles que visitaron a Abraham, los días que pasó Jonás en el vientre del gran pez, los que Jesús y Lázaro permanecieron en el sepulcro; las veces que Cristo pidió al Padre que apartase de él el cáliz amargo, las que se retiró para rezar con los apóstoles. Tres veces renegó Pedro de él, y tres veces apareció ante los suyos después de la resurrección. Tres son las virtudes teologales, tres las lenguas sagradas, tres las partes del alma, tres las clases de criaturas intelectuales, ángeles, hombres y demonios, tres las especies del sonido, vox, flatus y pulsus; tres las épocas de la historia humana, antes, durante y después de la ley.
-Maravillosa armoma de correspondencias místicas -admitió Guillermo.
-Pero también la forma cuadrada -prosiguió el Abad- es rica en enseñanzas espirituales. Cuatro son los puntos cardinales, las estaciones, los elementos, y el calor, el frío, lo húmedo y lo seco, el nacimiento, el crecimiento, la madurez y la vejez, y las especies celestes, terrestres, aéreas y acuáticas de los animales, los colores que constituyen el arco iris y la cantidad de años que se necesita para que haya uno bisiesto.
-¡Oh, sin duda! Y tres más cuatro da siete, número místico por excelencia, y tres multiplicado por cuatro da doce, como los apóstoles, y doce por doce da ciento cuarenta y cuatro, que es el número de los elegidos. -Y a esta última demostración de conocimiento místico del mundo hiperuranio de los números, el Abad ya no pudo añadir nada.
Umberto Eco (El Nombre de la Rosa)
-Maravillosa armoma de correspondencias místicas -admitió Guillermo.
-Pero también la forma cuadrada -prosiguió el Abad- es rica en enseñanzas espirituales. Cuatro son los puntos cardinales, las estaciones, los elementos, y el calor, el frío, lo húmedo y lo seco, el nacimiento, el crecimiento, la madurez y la vejez, y las especies celestes, terrestres, aéreas y acuáticas de los animales, los colores que constituyen el arco iris y la cantidad de años que se necesita para que haya uno bisiesto.
-¡Oh, sin duda! Y tres más cuatro da siete, número místico por excelencia, y tres multiplicado por cuatro da doce, como los apóstoles, y doce por doce da ciento cuarenta y cuatro, que es el número de los elegidos. -Y a esta última demostración de conocimiento místico del mundo hiperuranio de los números, el Abad ya no pudo añadir nada.
Umberto Eco (El Nombre de la Rosa)

2 Comments:
¿Cómo puede haber personas a las que no les gusten los números?
¿Por qué siempre ha quedado tan "guay" despreciar las matemáticas, desde los compañeros de colegio hasta los círculos de "intelectuales"...?
¿Saben lo que se pierden los que no combinan esos números con poesía, con historia, con arte y música...?
Personalmente, creo que parte del problema viene de la condición de ajenas a lo humano que muchos han pretendido darle a las matemáticas.
Un beso.
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