Todos los que lloraron en el entierro de Abdalláh el mudo ignoraban que toda su vida había vivido sobrecogido por la fuerza de aquel viejo proverbio, que siendo todavía un bebé, escuchó de labios de su abuelo.
La fuerza es intensa en mi familia. Soy prácticamente ignífugo aunque un gran conductor de la corriente...puede que esto tenga que ver con lo anterior, quien sabe.
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