Tu círculo, mi espiral

Sabes que muchas veces te he gastado bromas por tu aparente sinestesia, la mayoría por asociar olores o sonidos a casi todo, pero hay más. En varias ocasiones me has dicho que ves el paso de un año y sus estaciones como el paso por distintos colores, una especie de círculo dividido en cuadrantes coloreados y me has puesto a pensar.

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Lo primero que se me vino a la cabeza fue que tus colores y los míos eran distintos, pero de esto no es de lo que quiero hablarte ahora. Imagino, que como casi todo el mundo que va cumpliendo una cierta edad ya has notado que la vida va más rápido que cuando éramos pequeños. Pienso en esto y te veo montada en una espiral que rodea a tu círculo de colores y cada vuelta tardaría un poquito menos que la anterior en vislumbrar la nueva primavera.

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Pienso en el final. El blanco es la unión de todos los colores y quizás por eso cuando nos vamos aparece la famosa luz blanca, ¿será que giramos tan rápido que no vemos ya distinción entre colores? Algo como lo que pasa con las peonzas con las que han jugado todos los niños menos los de ahora. Sí, giramos hasta que llegamos al blanco total, a la fusión con nuestro círculo de colores.

La duda que me asalta ahora es acerca del negro, la ausencia de luz, y en la práctica, también la suma de todos los colores. ¿Es acaso el blanco el fin de aquello a lo que muchos llaman alma y el negro el destino del cuerpo?

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